Queridos Reyes

Queridos Reyes:

Llevo tiempo viendo papeles de colores, esos en los que escriben los más peques y que os mandan, ilusionados, a través de los buzones con forma de cabeza de león. Buzones en los que yo metía la mano esperando sacarla entera, sin mordisco. Esos en los que mi abuela fingía haber perdido la suya porque habían cobrado vida y se la habían comido.

El año pasado os escribí una carta que no llegué a mandar. Os hablaba de mi vida, nos ponía al día. Hoy la he vuelto a leer. Esto os contaba:

«Han pasado unos años desde la última vez que os escribí pero, en cierto modo, lo he seguido haciendo. Por las noches, con bolígrafo en una mano y el diario en la otra. Por los cumpleaños, con la felicidad en el puño y las ganas de querer decir mucho con poco. También os he visto en la chispa que salta de una buena producción, una buena película. Os he visto en el arte de embelesarme con una buena historia. Os he visto y os he escrito en los momentos malos, y en los buenos. Porque confío en vuestra magia. Confío en conseguir rescatar, aunque solo sea por unos pocos segundos, la ilusión con la que me asomaba al balcón de mi tía hace no tantos años para veros pasar el cinco de enero. Y desde ahí, desde esa confianza en la ilusión, es desde donde no solo escribo, sino que intento —e intento hacer— vivir. Vivir yo, el que tengo al lado. El que me lee. Y mantener la atención. Por los detalles, por lo importante. Por ellos y por vosotros. Me hace falta más papel, más lápiz. Crear con las manos. Hacer tangible. Sentiros de nuevo. Y no perderos. Por eso este año solo os pido que vengáis. Que vengáis y os quedéis. Que vengas y te quedes, ilusión. Porque he descubierto que ese es el secreto de una buena película, de una buena novela. Es el secreto para hacer magia que se esconde tras los Reyes. Y ahora que lo sé, me da miedo dejar de sentirlo».

Doce meses después para mí ha llovido mucho. Gotas de chispa, de apagones. De descubrimientos, de aventuras. De retos. De miedo. De mucha ilusión, mal que bien. Y de mucha superación. Este año os pido un poco más de fuerza para aceptar, aprovechar, sentir. Vivir como una loca pero con mi sensatez, tan mía. Con mi entrega, tan absoluta. Y os doy las gracias por todo el crecimiento. Gracias. Porque todavía bailo como hacía. Descoordinada, con un toque de vergüenza. De imperfección. Hasta que me olvido de todo y empiezo a volar.

Nos vemos pronto. Bailando.

Siempre vuestra,

Miriam