Por qué un lienzo

El poder genera duda, mandará más patrón o marinero, y se erige, reconstruye, pierde y mantiene por sí mismo, lucha del latín potēre, que vive y a la vez muere en su descendencia lingüística.

Autor o lector, autor o crítico, estudioso, quién manda en la literatura. Qué es literatura, quién tiene la potestad, de potestas, la ostentación de ese poder, de definir qué es y qué no. Quién decide sobre el significado último de la obra: desde su recepción, los patrones que subyacen al texto que no es sino símbolo, objeto, de una tendencia artística, patronaje hecho materia, etic, dirán los críticos, teóricos, ambos dos; desde el creador y lo que quiso que fuese, lo que vivió, plasmó en la letra, la perspectiva de primera mano, desde dentro, enfoque emic.

Entender a quien escribe y entender a quien lee, entender como conjunto, en comparación con la herencia y lo heredado en lo contemporáneo, entender como circunstancia, entidad de lo concreto, entender de ambas maneras enriquece el texto, su lectura, y a la persona. El lector puede recoger una abstracción y sentir la fuerza de la obra para luego elaborarla, beber de quien escribe para ir más allá de él.

Un lienzo en blanco es opción y posibilidad, lo incipiente. El origen. La tela se enfrenta al papel para conferir el mismo mensaje. El museo conjuga la obra, al autor y la corriente de la que se embebe: resultado, etic, emic. El lienzo se pinta, una que pinta, que siempre ha pintado y dibujado, y una que escribe y busca conjugar. Una que busca un lienzo que poder pintar con tinta.