Cuándo caen tus hojas

Discurso de aceptación del galardón Teobaldo 2023 al Trabajo Periodístico de Cultura (Asociación de Periodistas de Navarra)

Existe una palabra incorpórea: flota, igual que una pluma, a través del aire de invierno mancillado por el polvo. Su claridad recoge la ausencia del brillo de la plata, la frialdad del plomo; llama a filas a la suciedad y manifiesta la pesadumbre de lo real de manera inerme e inevitable. La palabra recrea la oscuridad: la construye, desenvuelve, acota y la fulmina. La sombra es discernible por la luz.

La luz permite dar sentido, en cuanto que sintiente, a lo que se presenta, de otro modo, seco y agrio. Su exceso ciega, pero la justa pizca nos invita a la sugerencia. Es la luz la que nos hace partícipes de la realidad en la que vivimos, la que nos permite afrontarla, tomar partida, la que nos incluye y nos afianza en el regazo del tiempo, poco, que tenemos. Mira aquí, ¿ves caer las hojas en otoño?

El caer de la hoja refleja la maravillosa imperturbabilidad de lo que nos es ajeno y, a la vez, intrínseco. Queremos olvidar que pasa el tiempo y, sin embargo, somos conscientes de ello siempre. ¿Cuándo caen las hojas en otoño? Es la pregunta del crédulo, de quien se sabe sabedor aun equivocado. No se puede contener la realidad. Entonces, tras nacerla, la pregunta, llega la mueca de quien no concibe que nadie necesite minutaje para el devenir de la vida: los ancianos en el pueblo, misma hora, mismo banco, y una pregunta que nadie entiende pero que algunos, cada vez más, desearían responder. Qué hay sino sol sombra, un café de media tarde, el empuje del enfado, el rubor de lo deshabitado, las paredes con gotelé que me rodean y contienen el fino hilo del remanso, un recodo resguardado, rincón de lo pequeño, guarecido siempre en la carne de mi pecho. Qué guardas. Cuándo caen tus hojas.

Tras su vuelo, sin aviso, el mundo para y se centra en su solo movimiento. Una flauta, un flautín. Un suspirito de niño recién nacido que acoge su primer sueño. El mundo observa hasta que la hoja toca grava y barro y hiel y entonces, solo entonces, vuelve la cabeza a barruntar y el elefante a sus barritos. ¿Qué fue de la hoja? Mira allí, otra va. Haciendo circunstancia, continuidad, de lo contenido.

Una, que es hoja constante, en vuelo, suelo, vuelta a brotar, una que aspira a predecir sus momentos para luego negar la mera posibilidad de hacerlo, porque nadie sabe, nadie espera, una que abraza lo impredecible no sin marejada, sintiendo los temblores, pero hacia delante, intentando darles sentido, unidad, una que no podría estar más agradecida. A la vida por tenerla y poderla pensar, a los campos con sus bellotas y la ilusión por que broten. A esta Asociación de Periodistas de Navarra por un Teobaldo, galardón a la cultura, a una forma íntima de ver y de sentir. A un periodismo local, sencillo, directo, de tierra. Gure kazetaritza. Gure lurrarena. Un reconocimiento, y qué bienvenido, inesperado, qué reconfortante, ilusión de un proyecto que bebe de mi quehacer pequeño, de la cotidianidad más absoluta, de uno y general. Estoy agradecida a quien siempre, recorriese estas paredes en mi pecho cuando fuese, rincón de lo guardado, lo ha querido y acogido como extensión de lo que soy. Aunque nunca sepamos cuándo caen las hojas, ni falta que nos hace, gracias por mirarlas volar conmigo.


El tratamiento de la voz es de Adrián Resa López de Aguileta. El texto, voz y fotografía, de Miriam Huárriz Gúrpide.

Para ver el discurso en vivo en la entrega de premios de los XIV Galardones Teobaldo, de la Asociación de Periodistas de Navarra, visita el apartado de galardones.